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sábado, 4 de febrero de 2017

Fausto - Goethe


Andrea Zorrilla 1ºF.B.

El otro día en clase de literatura universal, leímos un fragmento de Fausto (Margarita deshoja la margarita).
Fausto es una obra dialogada, escrita para ser leída más que para ser representada. Es una de las obras más famosas de Goethe. Fue publicada en dos partes. Es una de las grandes obras de la literatura universal.
Goethe terminó de escribir la Segunda parte de Fausto en 1832, el año de su muerte. A diferencia de la Primera parte, el foco de la acción ya no está centrado en el alma de Fausto, que ha sido vendida al diablo, sino más bien en fenómenos sociales como la psicología, la historia y la política. La segunda parte constituyó la principal ocupación de Goethe en sus últimos años y apareció solo en 1832.
En esta obra aparece el demonio (Mefistófeles).
Mefistófeles representa para Fausto una vuelta a la juventud, le ofrece demostrarle que aún quedan misterios del mundo que desconoce y le devuelve la pasión. Si bien Fausto confía en que podrá dominar a Mefistófeles y manipularlo, la situación termina dándose de manera distinta, es Mefistófeles quien conduce a Fausto según su gusto para que éste confíe plenamente en él y se entregue a sus juegos.
Fausto vive su amor por Margarita como un amor de iniciación. La pasión que él siente (en parte por los trucos de Mefistófeles) lo mueven a acercarse a esta chica que queda cautivada por él. Aún cuando Fausto intenta protegerla, la magia de Mefistófeles consigue (de manera indirecta) quebrantar la paz en la vida de Margarita. Luego descubrimos el encarcelamiento de Margarita y el motivo de su encierro, que fue asesinar al hijo que nació como fruto de la unión con Fausto (aún cuando Fausto no sabía de su hijo).



La profesora comentó algo acerca del Mito de Fausto y yo quería compartirlo con todos vosotros.

Fausto es médico, al igual que lo había sido su padre. Había volcado toda su fe en la ciencia. Aunque en otros momentos de la tragedia, pondrán en evidencia que no tuvo escrúpulos en recurrir a procedimientos nada científicos, valiéndose de artificios mágicos. Su obsesión por investigar y adquirir todo el conocimiento, lo ha alejado del mundo y de la sociedad. Habita en una vieja casa gótica, pasa todo su tiempo en un gabinete de estudio, cubierto de estanterías llenas de antiguos libros, donde también se encuentran instrumentos de experimentación química con todo tipo de sustancias. Su única compañía es Wagner, quien es a la vez su discípulo y asistente. Fausto es presa de la angustia y la frustación provocada por el fracaso de sus intentos de alcanzar la máxima sabiduría. No encuentra sentido alguno a su vida y a sus esfuerzos. Oscila su ánimo entre la euforia y la depresión. Recupera en cierto grado el aprecio hacia la vida, sólo para encontrarse con Mefistófeles, que volverá a tentarle y a conducirlo por la senda del mal. Fausto no se amilana por la propuesta del maligno. Ya había declarado antes, que no sentía temor por el Infierno, si ése era el precio de alcanzar el conocimiento supremo, es decir, vende su alma para alcanzar la máxima sabiduría. 



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